28 de junio
Aprovechando la caída del sol, el Capitán Burbuja atraviesa la ciudad. A cada rato se detiene en alguna esquina para iluminar el mapa de papiro con la pequeña linterna infrarroja que siempre lleva en su mochila. ¡Pronto se da cuenta de que la guarida del archivillano no está en otro sitio que en el interior del Vesubio! Comienza la penosa escalada de la ladera del volcán formada por sedimentos de lava de diferentes composiciones químicas (trachitas, tefritas y leucititas) así como por depósitos piroclásticos. Alcanzada con gran esfuerzo la cima, el Capitán pierde el equilibrio y cae dentro del cráter del Gran Cono. Su caída parece no tener fin. Así como Sócrates descendió por el Pireo y Ulises, Eneas, Dante, Pantagruel, Quevedo y Fausto conocieron las profundidades terrestres y se enfrentaron a sus propios infiernos, nuestro Capitán Burbuja ha sufrido su propia katábasis. Finalmente, su leve cuerpo se posa sobre una pila de escoria lávica. Frente a él puede ver un mar de magma incandescente que bulle como un hirviente caldero... |