23 de junio
Mi hermana está sentada en posición de loto en la sala escuchando el anahata, sonido místico de los yoguis que remite al color verde atribuido al chakra del corazón. Puede quedarse así durante horas, desconectada por completo del mundo. Al pasar junto a ella, no da señal alguna de registrar mi presencia. Por otra parte, en casa los signos de invasión de mi hermano mayor se hacen cada vez más evidentes: sobre el sofá, están sus zapatillas sucias con los cordones salidos y, un poco más allá, sus medias de fútbol hechas un bollo. También veo las zapatillas de su novia (que, de hecho, son tan grandes o incluso más que las de él y están igualmente sucias), tiradas junto al televisor. De adentro de una de ellas, sobresale una bombacha de encaje rosa. Realmente exasperado, me dirijo a la cocina. Pero en lugar de encontrar allí la paz merecida, me enfrento con un escenario dantesco: cajas de pizza a medio comer, botellas de gaseosa destapadas, platos con cigarrillos aplastados en el medio. Espantado, me refugio en el baño, ¡con estupor descubro que mi hermano y su novia han estado usando mi Shampoo Doble Burbuja! En un ataque de furia, tomo el pote de Ultra Gel Super Brillante de mi hermano y, sin más, lo arrojo contra el espejo del botiquín. Entonces, el universo inverso entero desaparece tras una mancha grumosa y blancuzca. |