11 de junio
Últimamente, papá y mamá, que hace bastante que no se van de vacaciones, están jugando con la idea de hacer un viaje hacia algún lugar diferente, lejos de la ciudad y de los problemas cotidianos. La semana pasada, por ejemplo, visitaron varias agencias de turismo y volvieron cargados con folletos de las islas Fiji, de las islas Vírgenes, de las Bahamas, de Tahití, de las Seychelles, todas islas paradisíacas con arenas rosadas, aguas transparentes y cielos verde esmeralda. Los folletos de las islas Fiji decían que las mismas tenían un interior montañoso de frondosos bosques selváticos y que sus lagos volcánicos competían en belleza con sus arrecifes de coral. Los de las islas Seychelles decían que sus valles de bosques prehistóricos convivían con plantas como la piña salvaje y el café silvestre y que allí habitaban unos exóticos loros negros que eran propios de esa región paradisíaca. Yo no sé muy bien si en el Paraíso hay loros negros o café silvestre. Tampoco sé si el Paraíso está en las islas Fiji, en las Seychelles o entre el Eufrates y el Tigris. Aunque claro, como dice papá, el Paraíso solamente podrá encontrarse adonde uno quiera encontrarlo. |