20 de junio
Anoche me llevó bastante tiempo conciliar el sueño. Simplemente daba vueltas y más vueltas de un lado al otro de la cama sin poder dormirme. Finalmente me dormí y también soñé. Soñé que mi hermano me robaba una de mis posesiones más preciadas: el álbum completo de figuritas de Marte Ataca. Lo sustraía a hurtadillas de mi ropero, atravesaba con él la sala de casa, salía del departamento y llamaba al ascensor observando hacia todos lados para evitar ser descubierto. El ascensor automático llegaba y sus puertas metálicas se abrían. Del plateado interior, inesperadamente, salía el pequinés de la vecina del segundo piso, el cual, por alguna razón había crecido descomunalmente y, en lugar de levantar veinte centímetros del piso, levantaba ahora unos dos metros. El pequinés se abalanzaba sobre mi hermano quien, simultáneamente sorprendido y devorado, dejaba caer, en su estupor, mi álbum de figuritas al suelo. En mi sueño, yo podía ver cómo mi hermano desaparecía tras las feroces fauces del canino. Y lo peor es que ni siquiera me molestaba. |