22 de junio
Alrededor de la medianoche de ayer, arrastrando dos enormes valijas y como cinco bolsos de mano, papá y mamá, que partían hacia las Islas Fiji, y yo, el maletero oficial de la familia, llegamos al hall del Aeropuerto Internacional Pistarini. La fila del check-in incluía una treintena de boy-scouts, un equipo de fútbol completo, varias religiosas y una banda de música con todos sus instrumentos. También incluía a una profesora, compañera de facultad de mamá, que viajaba hasta Nueva Zelanda con su nuevo novio, el que parecía haber perdido los pasajes. El hombre pasó como veinte minutos arrodillado en el suelo, revolviendo una valija abierta de par en par: -¿Seguro que no los tenías vos?-le preguntó a la compañera de mamá, que a todas luces realizaba grandes esfuerzos para no abalanzarse sobre él y asesinarlo. A último momento, sin embargo, los pasajes aparecieron entre un par de medias y una guía de viajes. Pasadas las dos de la madrugada, papá y mamá me cubrieron de los abrazos y recomendaciones de rigor y los vi perderse, todavía sonrientes y saludando, dentro de la sala de pre-embarque rumbo al Paraíso... |