En 1698, un hombre misterioso fue encerrado en la Bastilla. Prisionero del gobierno desde 1661, había llevado durante todo ese tiempo su cara oculta tras una oxidada máscara de hierro: comía con máscara, dormía con máscara e incluso, de hecho, murió con la máscara puesta. Aunque el enmascarado murió en 1703, los rumores acerca de su identidad continuaron circulando. Algunos sostenían que se trataba del Duque de Beaufort, Gran Almirante de Francia, de quien además se decía que era el verdadero padre de Luis XIV. Otros pensaban que se trataba de Eustache Danger, un valet del rey que fue arrestado por razones de espionaje. Para algunos, se trataba de Nicolas Fouquet, Ministro de Finanzas de Francia, que había sido hecho prisionero debido a los celos que por él sentía el rey. Para otros, era el Conde Ercolo Antonio Matthioli, prisionero por haber cometido una estafa. Algunos creían que se trataba de Moliere, confinado debido a que sus obras teatrales habían ofendido a ciertos sectores del gobierno. Para muchos, el enmascarado no era otro que Nabo, un enano negro de quien se rumoreaba que había tenido un romance con la reina de Francia. También se sostuvo que el prisionero había sido, en realidad, el hermano mellizo de Luis XIV. Hoy, en cambio, se sabe que el hombre de la máscara de hierro fue, ni más ni menos que un niño burbuja, condenado a permanecer para siempre oculto a los ojos de los otros seres humanos.