9 de agosto
Con la desaparición de la señorita Jiménez, contaban ya 23 los vecinos que parecían haberse evaporado. Tal era el caso, por ejemplo, del Sr. Méndez, el cartero, de los mellizos Basualdo, de la costurera, del electricista y del mecánico dental. El pueblo de las Sombras Perdidas, anteriormente la población más alegre de la región, se encontraba sumida en la más completa pesadumbre y desasosiego. Consternada, Emilia salió de la farmacia y se dirigió a la casa de su abuela. Junto con el jarabe para la tos, le llevaba unos bollos recién horneados en la panadería de su padre. Al llegar junto a la puerta de entrada, sin embargo, le extrañó descubrir que la misma estaba abierta. Emilia entró en la casa y recorrió uno por uno los cuartos vacíos. Fue entonces cuando confirmó que la desaparición número 24 era ni más ni menos que la de su propia abuela. |