19 de agosto
Las pompas de jabón son ingrávidas, frágiles e inconstantes. Sus perfectas formas esféricas, sus colores tornasolados, las particulares fuerzas físicas que hacen posible su existencia, han motivado que grandes científicos se interesaran por las mismas. Tal es el caso de Joseph-Antoine Plateau, el famoso científico belga, que en 1873 hablaba sobre ellas en su tratado "Statique expérimentale et theorique des liquides soumise aux seules forces moleculaires". También se han interesado por las pompas artistas de todas las épocas. En un vaso etrusco que hoy se conserva en el museo de Louvre, aparece representada una escena en la que unos niños soplan pompas de jabón a través de un delgado tubo. También se han encontrado relieves aztecas que muestran ofrendas de pompas de jabón realizadas en honor a la luna. En el Renacimiento, Leonardo Da Vinci pintó un notorio cuadro en el que San Juan Bautista señala con su dedo índice en alto una delgada pompa que pasa flotando en el aire. En el siglo XVIII francés, tenemos los ejemplos de Chardin y de Watteau y, hacia fines del siglo XIX, los de Mannet y de Max Beckmann, éste último con su célebre pintura "Autoretrato con burbujas". |