17 de agosto
Me detengo nuevamente frente a la vidriera de la veterinaria de la esquina. Allí veo un Basset Hound australiano, una salamandra gigante que intenta escaparse trepando por el vidrio, un tritón azul y una tortuga marina, pero por más que busco, no encuentro ni rastros de la cacatúa verde y naranja. Me pregunto qué habrá sido de ella. La verdad es que no es nada fácil tener una cacatúa en una casa de ciudad. Por empezar, son sumamente ruidosas y, a medida que pasan los años, se vuelven más ruidosas todavía. Además, suelen comerse todo lo que encuentran a su alrededor, incluyendo las cerraduras de sus jaulas y los dedos de sus dueños. Hay personas que les enseñan a silbar o a cantar. Algunas cacatúas tienen, incluso, sus canciones preferidas. Aunque, claro, no apostaría demasiado acerca de los gustos musicales de las mismas. |