19 de mayo
Mañana mi hermana, como hace todos los años los días 20 de mayo, se va a ir en el ferry hasta Montevideo. Va a atravesar el Río de la Plata, que tiene color de leche chocolatada y está lleno de boyas, cachalotes y basura, sólo para ir a subirse al faro de esa ciudad. Es su manera de rendirle homenaje a su gurú literario, el Conde de Lautreamont, que un 20 de mayo, hace 150 años, se subió al faro de Montevideo y una vez arriba se tiró de cabeza. Mi hermana sostiene que Lautreamont era, en realidad, un vampiro. Llegó a esta conclusión cuando se enteró de que el conde sólo escribía en las noches de luna llena. Cuando se enteró de esto, ella también tomó la costumbre de escribir sus poesías a la luz de la luna. A veces, se ayuda un poco con la luz de una vela. De hecho, hace poco se quedó dormida con una vela encendida y casi más incendia la casa. Por suerte se despertó a tiempo y lo único que hubo que lamentar es que se le chamuscara la alfombra persa que tiene en su cuarto y que se compró ella misma en un mercado de pulgas de San Telmo. La compró porque decía que las alfombras son espacios mágicos que transportan a la gente hacia otros lugares mentales. Pero mañana, por lo pronto, no va a ir a Montevideo en alfombra mágica sino que se trasladará, como todo el mundo, en el ferry. |