EL RETRATO DE JUANITO LAGUNA
En 1961, Antonio Berni realiza un retrato de Juanito
Laguna que marca un giro en su producción plástica.
Se trata de la imagen de un niño cuyo rostro
es un collage construido con fragmentos de diferentes
materiales: los dientes son de fleje, el cabello y las
cejas son de estopa, la piel es de diferentes telas
y metales herrumbrados. En algunos puntos, inclusive,
este rostro se confunde con el fondo realizado con madera
de cajones de fruta.
El personaje de Juanito había aparecido por primera
vez en la obra de Berni a fines de la década
del '50 y, con el tiempo, fue tomando la forma de una
serie narrativa: unas veinticinco pinturas con escenas
de la vida de este niño-adolescente que vive
en una villa miseria cerca del bañado del bajo
Flores. Si bien el primer Juanito fue pintado al óleo,
en una estética expresionista, pronto Berni cambia
su concepto y comienza a presentar sus cuadros realizándolos
con arpilleras, trozos de madera, hojalatas oxidadas,
fragmentos de objetos en desuso.(2)
Berni frecuenta la villa de Flores, la observa, la fotografía,
habla con la gente de la zona y comienza a recoger materiales
del lugar. Estos materiales de desecho de una sociedad
urbana e industrial le servirán para formar tanto
el cuerpo como el hábitat de su personaje, considerado
él mismo como ser marginal y desecho social.
(3)
El cuerpo de Juanito aparece representado en forma discontinua
e híbrida. Este tipo de representación
se corresponde, por un lado, con las mutilaciones y
deterioros implícitas en la intemperie cotidiana
del personaje, un niño de la calle. Pero por
otro lado, se corresponderá también con
otra cosa: a este niño le ha sido escatimado
su lugar en la historia, le han negado un punto de sostén
desde el cual poder constituirse como un individuo unificado,
orgánico y autónomo.
Aunque los cuadros de Juanito Laguna se articulan como
una serie narrativa, Berni la concibe como una serie
discontinua dado que no sigue un orden en el crecimiento
del niño. En algunos cuadros, Juanito es adolescente.
En otros posteriores es pequeño. Incluso, si
observamos las diferentes imágenes, constatamos
un dato curioso: los Juanitos allí representados
son distintos entre sí. En algunas ocasiones,
este tiene el pelo lacio y, en otras, ensortijado; a
veces es rubio y a veces moreno; su piel es blanca u
oscura. Eso sí: todos los Juanitos son desaliñados,
están descalzos o calzan alpargatas, aparecen
representados generalmente solos y pasan su tiempo deambulando
por los basurales de los suburbios.
DIVINO TESORO
Philippe Ariés (Ariés, 1973) nos hace
notar que una concepción de la infancia considerada
como distinta de la edad adulta es relativamente tardía
en la cultura occidental, desarrollándose recién
en el s XVII. Según él, el concepto de
minoridad surge de un proceso que, iniciado durante
el Renacimiento, se acentúa en el siglo XVIII,
especialmente, a partir de la Revolución Francesa.
Dicho proceso estaría en relación con
factores como la autonomización de la familia
o el repliegue hacia la esfera privada propios de la
Edad Moderna. Notemos que en el siglo XVII, la familia
no poseía aun la función de contención
afectiva respecto al niño que adquirirá
en el siguiente siglo. Estas funciones se habrían
desarrollado recién después de que el
infante concitara un especial interés y un lugar
de privilegio en el seno social.
En el siglo XX, el proceso se habría acentuado
en especial a partir del psicoanálisis, que subraya
lo que la infancia representa luego en la edad adulta
de un individuo, enfatizando especialmente el rol cumplido
por los padres en tiempos constituyentes para el niño,
un tiempo de inscripciones psíquicas y de organización
de una subjetividad que debía ser sostenida imprescindiblemente
desde el deseo y amor de algún Otro.
EL TRABAJO Y LA ESCUELA
La atención familiar, la preocupación
por el juego y por el entorno propio del niño,
el cuidado por aspectos educativos y escolares son,
entonces, fenómenos que se desarrollan particularmente
a partir del siglo XVIII y en el siglo XIX. De esta
época serán, por ejemplo, el auge de las
nuevas teorías pedagógicas, desde el Emilio
de Rousseau hasta Froebel y Pestalozzi.
La sociedad toma conciencia de que el niño, en
su condición de ser frágil e indefenso,
es factible de caer víctima de una autoridad
abusiva y de ser explotado. Un ejemplo particularmente
cruel es el que ofrece el característico panorama
de la época del abuso de los infantes en las
fábricas. En el siglo XVIII, la invención
del trabajo fabril había traído aparejada
una nueva manera de explotación de los niños,
en especial, de los huérfanos. Los propietarios
de las fábricas los recogían de los orfanatos
o directamente de las calles para utilizar su mano de
obra prácticamente gratuita. Será recién
a fines del XIX cuando se sancionen leyes que limiten
la explotación del trabajo infantil. (4) La sociedad
comienza a prestar especial atención a estos
aspectos, esmerada en encausar al conjunto de sus miembros
en actividades productivas pero también legales.
Para esa misma época, se sanciona otra ley: la
de la escolarización obligatoria. La sociedad
protege (y también controla) a estos flamantes
"seres preciosos" tanto a través de
la reglamentación de su trabajo como del proceso
de escolarización.
En una sociedad burguesa, instituciones como la familia
(seno protector) o la escuela (refugio moral de reproducción
de valores) protegen, amparan y funcionan como células
primeras de la integración social del niño.
JUANITOS BURGUESES
Existe una identificación corriente en nuestras
sociedades entre los siguientes términos: niño
pobre=niño huérfano. Dicha identificación
se da a partir de la noción de desprotección
y falta de amparo.
Se han realizado numerosos estudios acerca de la importancia
que cobra el personaje del niño huérfano
en las producciones literarias posteriores a la Revolución
Francesa. (5) Esta presencia coincide, con el despertar
de una nueva concepción de la familia y la niñez.
El interés por los huérfanos se puede
explicar por la misma amenaza que su sola existencia
representa para el orden y la legalidad familiar. La
cuestión es, que desde comienzos del s XIX, huérfanos,
raptados, abandonados o vagabundos aparecen una y otra
vez en las páginas de la literatura tanto infantil
como adulta. Baste recordar aquí, dos clásicos
como el Oliverio Twist de Dickens o el Gavroche en Los
Miserables de Victor Hugo.
En esa época se registra igualmente una profusión
de libros de textos escolares de intención modeladora
y transmisora de valores morales, que remiten a un código
social basado en el deber, la autodisciplina, la laboriosidad
y el respeto por las autoridades familiares y escolares.
En Italia, por ejemplo, aparecen en el siglo XIX, dos
famosos textos escolares: Juanito, de Luigi Parravicini
(1837) y Juanito, de Carlo Collodi (mismo autor de Pinocchio,
en 1877). (6) El Juanito de Parravicini se convirtió
en un verdadero bestseller dieciochesco. Incluso llegó
a ser premiado por la Sociedad Florentina como el "Libro
más hermoso de lectura moral". En este texto,
Juanito es un niño moldeado en los valores de
Dios, Patria y Familia. El libro de Parravicini fue
adoptado como libro de texto hasta avanzado el siglo
XIX tanto en Italia como en España y fue igualmente
utilizado en varios países hispanoamericanos
incluida la Argentina.
El Juanito, de Carlo Collodi, se presentó a su
vez como una serie de textos escolares: Juanito, El
ábaco de Juanito, La gramática de Juanito,
El viaje de Juanito por Italia, la linterna mágica
de Juanito. El personaje de Collodi era heredero directo
del Juanito de Parravicini, si bien en algunos aspectos
se constituía como su directa contracara.
El principal aporte de Carlo Collodi a la literatura
infanto-juvenil fue el de cambiar la imagen de la infancia
burguesa que se tenía hasta entonces: Juanito
(al igual que luego Pinocchio) no es un niño
sumiso y bien predispuesto hacia sus mayores sino más
bien desobediente, desprolijo y anticonformista. Esta
serie de Collodi tuvo un gran éxito y sus libros
fueron utilizados como textos escolares hasta entrada
la década de 1920.
Ambos Juanitos tuvieron por misión transmitir
enseñanzas y normativas sociales de higiene,
respeto y buenas costumbres. Nuestro Juanito Laguna,
en cambio, lejano a la retórica burguesa, no
va a la escuela ni sabe leer.
JUANITO LAGUNA Y EL NOMBRE
Refiriéndose a su personaje, Berni decía:
"Yo con Juanito Laguna le puse nombre y apellido
a una multitud de anónimos, desplazados marginales
y los convertí en un símbolo".
Berni les da un nombre, identifica a seres que de otra
manera hubieran permanecido innombrados e innombrables.
El nombre propio identifica y particulariza al individuo
a la vez que estructura un linaje. El nombre propio
será el punto de sostén de un individuo
respecto a una particular historia que le es previa
y en la cual se ve insertado por quien lo nombra.
Al ponerle nombre a un niño, en realidad lo que
se está nombrando es el lugar que se desea que
ese niño ocupe dentro de una historia. Para constituirse
como sujeto, el niño necesitará de la
existencia de un Otro que lo nombre y, al nombrarlo,
le otorgue ese particular lugar que será exclusivamente
suyo. Este lugar se traducirá luego en otros
ámbitos, reproduciéndose tanto en lo escolar,
en lo social o lo laboral.
Berni le puso nombre a Juanito. No lo nombró
Juan sino Juanito en diminutivo, enfatizando su minoridad
e incompletud. Su apellido, su linaje generacional es
Laguna. Como una laguna de memoria que interrumpe la
narración de una historia. Laguna en la cadena
significante, dado que Juanito, en tanto ser marginal,
permanece fuera de la cadena del sistema social.
Aunque es Berni quien nombró a Juanito, se refiere
sin embargo a él no como al individuo que ha
creado sino como a una multitud anónima: "Yo
a Juanito lo siento como expresión de todos los
Juanito Lagunas que existen. Él es la síntesis
de la chiquilinada cirujita."(Berni, 1999)
Juanito, desde su concepción, sufre un fenómeno
de despersonalización. No es una persona sino
varias. Varias personas que, además, son anónimas.
JUANITO Y SUS PEDAZOS
El retrato de Juanito Laguna nos muestra a un niño
cuyo rostro se presenta fragmentado y está construido
por materiales heterogéneos. No se trata, entonces,
de un ser unificado y orgánico sino híbrido
y discontinuo. Además, Juanito no es un ser único
sino que puede ser otro Juanito, puede ser cualquiera.
Juanito es un ser despersonalizado cuya historia, lejos
de tener un pasado y un futuro, se presenta como puros
presentes.
Cuando Berni elige representar distintos episodios de
la vida de Juanito, está muy lejos, por ejemplo,
de remitirse a un tradición iconográfica
como la de la vida de la Infancia de Jesús. Jesús
Niño, infante paradigmático de la cultura
occidental, representante de la infancia del hombre
en tanto especie, posee una iconografía cuidadosamente
codificada que se constituye como una serie narrativa.
Esta serie da cuenta de los tempranos años en
la vida del niño y está estructurada según
una secuencia cronológica precisa de escenas
(Anunciación, Natividad, Circuncisión,
Adoración de los Reyes, Predicación en
el Templo), en donde cada momento consiste en un instante
sagrado, único, irrepetible en la vida de un
ser igualmente sagrado, único e irrepetible.
La serie de Juanito Laguna no respeta ni la temporalidad
en la edad del personaje ni la unidad física
del niño. Hasta en su cronología, la serie
se nos impone en su fragmentareidad y heterogeneidad.
En sus cavilaciones acerca del tiempo y del eterno retorno,
Federico Nietzsche (Nietzsche, 1979) señalaba
la manera en que la estructura lineal del tiempo se
identifica con la estructura de dominio. El problema
del pasado se presenta como el problema de la autoridad
y el dominio. El pasado se impone como límite
infranqueable a la libertad del hombre, dado que, en
tanto que ya hecho, no puede ser deshecho ni anulado.
El pasado aparece bajo el signo de la obediencia y la
sumisión.
La noción de "padre", dentro de una
estructura lineal, forma parte de un determinado cuadro
de civilización modelada por la estructura de
dominio. El modo de vivir la temporalidad humana según
el modelo de la relación padre-hijo se determina,
según Nietzsche, sólo con referencia a
la situación fundamental de dominio propia del
hombre crecido en la sociedad fundada en la división
entre amos y esclavos.
La historia de la vida de Juanito, en cambio, no está
presentada en forma lineal, en forma de un pasado que
avanza, a partir de un engranaje de causalidades, hacia
el futuro. La serie de Juanito Laguna se construye a
partir de presentes.
LAS DERIVAS DE JUANITO
Para narrar la vida de Juanito, Berni elige una serie
de escenarios y de escenas con las que va armando un
bizarro "álbum de familia".
Reparemos en algunos de los títulos:
Juanito dormido en el basural
Juanito dormido
Juanito ciruja
Juanito going to the factory
Juanito Laguna va a la ciudad
Juanito en la laguna
Juanito bañándose
Juanito jugando con su trompo
Juanito Laguna remontando su barrilete
Juanito tocando la flauta
Juanito y la aeronave
El cosmonáuta saluda a Juanito en su paso por
el bañado de Flores
Juanito y los cosmonáutas
Juanito Laguna lleva comida a su padre, peón
metalúrgico
Juanito aprende a leer
Incendio en el barrio de Juanito
Inundación en el barrio de Juanito
El mundo prometido a Juanito Laguna
La conspiración del mundo de Juanito Laguna trastorna
el sueño de los justos.
En primer lugar, observamos un total predominio de
acciones no productivas: sueño, ocio, alucinación
diurna. Juanito duerme, se baña en la laguna,
deambula sin rumbo. Estas acciones se caracterizan por
presentar, en todos los casos, procesos regresivos.
En segundo lugar, notamos que los lugares que forman
el hábitat de Juanito no son en realidad lugares
sino, más bien, no lugares.
NO LUGARES (7)
En escenarios urbanos, suele denominarse a los niños
pobres o abandonados "chicos de la calle".
Esta denominación refiere a una existencia en
donde prima por un lado, el deambular y por otro, la
total intemperie y falta de cobijo. Este constante deambular
por espacios públicos, extraños, ajenos,
que no llevan para él marca de pertenencia ninguna,
justifica el decir que estos niños transitan
por no lugares. (Esses, 1995)
Esta no pertenencia a ningún lugar es correlato
del hecho de que desde su nacimiento, han sido ubicados
en un no lugar, han sido des-alojados o, en todo caso,
colocados en un lugar negativo de rechazo. Mientras
que un niño burgués construye su subjetividad
en ámbitos en los que predomina la seguridad,
el amparo, el cuidado (interior, casa, escuela), los
no lugares transitados por los niños de la calle
se corresponden con procesos no de construcción
sino, por el contrario, de desmantelamiento y fractura
de sus incipientes subjetividades. Incluso hasta un
mismo hábitat, que podría caracterizarse
como de cierta pertenencia como el barrio de Juanito,
es presentado por Berni como no lugar de precariedad
y continuo peligro (los títulos inducan Incendio
en el Barrio de Juanito, Inundación en el barrio
de Juanito), proclive como está a diferentes
catástrofes cíclicas.
Juanito deambula, duerme, "pierde el tiempo"
principalmente en un contexto de basurales. En los cuadros,
podemos ver que estos se identifican incluso con su
propia casa y, en ocasiones, hasta con su propio cuerpo.
El basural, medio hostil, formado por pedazos de restos
de cosas, amenaza en ocasiones con tragarse a Juanito.
A veces, logra alcanzar su vestimenta (harapos, ropas
ajenas). Otras veces, llega a alcanzar su cuerpo (como
en el Retrato de Juanito Laguna o en El mundo prometido
a Juanito Laguna, en donde todo el cuerpo del niño
está formado por pedazos y se confunde con un
fondo de basura).
Es interesante cómo Berni elige realizar estos
fondos, además de con metales herrumbrados, maderas
astilladas, hojalatas y arpilleras, con restos que frecuentemente
guardan inscripciones (latas, cajones, cajas, envoltorios
que conservan las marcas comerciales de sus productos
o, inclusive, llega a utilizar en más de una
ocasión, señalamientos de tránsito).
De esta manera, los fondos que amenazan con tragarse
a Juanito pasan a estar constituidos por fragmentos
lingüísticos significantes en su pura materialidad,
palabras sueltas, letras, ruinas, restos de objetos
de la sociedad de consumo que se presentan como un texto
fragmentado y asemántico.
Juanito cirujea en los basurales: él mismo, al
igual que Berni, va juntando los pedazos heterogéneos
y dispersos que son los pedazos de su propio lenguaje,
de su propio mundo, de su propia historia y de su propio
cuerpo.
EL TROMPO Y EL BARRILETE
Cuando no duerme o alucina, Juanito deambula, permanentemente
en tránsito. Caracteriza al niño de la
calle el arrojarse al vacío de un deambular sin
rumbo. Si bien se suele identificar el deambular con
vagancia y holgazanería, el continuo desplazamiento
funciona en cambio en estos niños como una respuesta
de fuga a la escena del mundo. Su deambular remite a
su incapacidad para habitar tanto su mundo como su propio
cuerpo. El nomadismo se presenta como único refugio
para estos seres desterritorializados y anónimos.
En cierta forma, es como si permanecieran en tránsito
todo el tiempo al no encontrar su sitio en el tablero
de un juego que juegan otros y nunca ellos, dado que
ellos ni siquiera conocen las reglas.
Si observamos la iconografía del retozar de Juanito,
veremos cómo los diferentes objetos (trompo,
barrilete, avioncitos, mariposas), actualizan igualmente
esta desterritorialización y deriva.
EL SALUDO DEL COSMONÁUTA
La serie de Juanito es concebida por Berni a fines de
los año '50, momento en que existía en
el imaginario social un fuerte interés tanto
por la presencia del hombre en el espacio como por los
peligros de las explosiones nucleares. Los viajes espaciales
se iniciaron precisamente a fines de esta misma década.
El satélite Sputnik fue lanzado en octubre de
1957 y en 1961, la Unión Soviética consigue
por primera vez poner un hombre en órbita alrededor
de la Tierra. En 1952, por su parte, Estados Unidos
había detonado la bomba de hidrógeno en
una isla del Pacífico y, aunque Albert Einstein
y Bertrand Russel alertaban desde un manifiesto publicado
en 1955 sobre los peligros que acarrearía una
conflagración nuclear a nivel mundial, para fines
de la década ya tenían su bomba atómica
no sólo los Estados Unidos y la Unión
Soviética sino también Gran Bretania,
Francia y China.
Berni, en tanto adherente a un arte de contenido social,
integra la realidad a su obra y así aparecen
en la serie tanto naves espaciales como hongos nucleares
concebidos, en este caso, desde un país periférico:
"Yo tengo un cuadro que titulo Juanito Laguna
y el cosmonáuta. En esta obra presento dos realidades
existentes: arriba, sobre un cielo de atardecer, el
cono de una cabina con el rostro de un cosmonáuta
asomado; abajo, entre un basural propio de todas las
villas miserias del mundo subdesarrollado, entre rezagos
de todas las industrias, Juanito empuja un cochecito
con sus dos hermanos pequeños (…) Conocemos
todas las desigualdades que justifican y simulan el
espejismo de la tecnología de importación
(…) Cuanto mayor es la tecnología de los
países poderosos, mayor es la explotación,
la pobreza y el atraso de los países pobres",
dirá Berni. (Berni, 1984)
Sin embargo, estas imágenes se presentan en
la serie de Juanito, confinado a su prisión en
los no lugares, marginado del mundo y de la historia,
como alucinaciones.
La alucinación es otra forma de huida del mundo,
es un proceso regresivo que devuelve a un mundo primario
de satisfacción. Como tal, se halla presente
también en la actividad del sueño de realización
de deseos.
Juanito alucina naves espaciales en tres oportunidades:
Juanito y la aeronave, Juanito y los cosmonáutas,
El cosmonáuta saluda a Juanito en su paso por
el bañado de Flores.
Mientras que la nave posibilita la salida de esta vida,
de este mundo, la referencia al cosmonáuta remite
a aquel (comandante, capitán) que, al contrario
que Juanito (habitante del amenazante caos de los no
lugares), es capaz de navegar por el cosmos (es decir,
el orden opuesto al caos).
Observemos que el comandante de la nave de Juanito permanece
en el interior de una estructura de metal. Sabemos que
el delirio se presenta también como un intento
de unificar un cuerpo-yo ante la amenaza del cuerpo
en pedazos. La coraza de metal
representaría aquí una defensa frente
a la amenaza de un cuerpo caótico y fragmentado
frente a la amenaza del cual el sujeto construye un
ego rígido, inflexible, que le sirve a manera
de “armadura”.
EL BAÑO EN LA LAGUNA
Juanito se sumerge en dos ocasiones en las aguas de
la laguna de Flores. Habíamos visto cómo
la laguna funcionaba como olvido, como blanco, como
vacío en la cadena de significantes. Cuando Lacan
describe a la esquizofrenia como una ruptura de la cadena
de significantes (8) señala cómo la ruptura
de un eslabón produce una discontinuidad que
impide la formación de una identidad personal
y de una historia. Se interrumpen aquí tanto
la cadena del lenguaje como la cadena genealógica.
En las aguas de la laguna, Juanito permanece prisionero
de un espacio innombrable que precede a la entrada en
el orden simbólico.
POLÍN
En 1964, Leonardo Favio presenta su opera prima, Crónica
de un niño sólo. Se trata de la historia
de Polín, un niño internado en un correccional
de menores que logra fugarse por unos días para
volver a la villa en donde vive su madre.
Polín, al igual que Juanito Laguna, es un chico
de la calle. Ambos deambulan por no lugares y, curiosamente,
ambos se bañan en lagunas.
Polín tiene un historial de fugas (del hospicio,
del hospital, de la comisaría) que motiva el
hecho de que lo obliguen a correr sin descanso por el
perímetro del correccional con un gran cartel
colgado al cuello que indica: "CUIDADO, PIANTADINO".
Las diferentes figuras de autoridad que aparecen en
el film (celador, médico, escribano, policías)
le preguntan a Polín una y otra vez cómo
se llama.
-Y vos ¿cómo te llamás?
-Celedón Rosas.
Un nombre que, una vez asentado en las planillas burocráticas,
es rápidamente olvidado. Polín, al igual
que Juanito, es un genérico para ambos polos
del par de identificación burguesa: niño
abandonado-menor delincuente.
Polín deambula por no lugares: la calle, la villa,
el campo, el río.
Se baña en el río porque, mientras se
baña, lo que ocurre a su alrededor permanece
innombrado: su compañero (el único que
no quiere bañarse), es violado por una patota,
pero Polín pretende ignorarlo: "Yo me estaba
bañando, yo no vi nada", mentirá
luego Polín a su compañero.
JUANITO Y SU NO LEGADO
Si observamos la serie de Juanito, notaremos que los
títulos de los cuadros refieren únicamente
en dos casos a acciones no regresivas: Juanito lleva
comida a su padre, peón metalúrgico y
Juanito aprende a leer.
Juanito lleva comida a su padre
Habíamos visto que, a la hora de representar
su personaje, Berni no respetó una unidad del
mismo ni en lo que se refiere a una semejanza gráfica
(diferentes tipos de piel, diferentes cabellos, etc.),
ni en lo que se refiere a un desarrollo cronológico
del mismo (mientras que en algunos de los cuadros aparece
como un adolescente, en otros posteriores es un Juanito
aun niño). Tampoco lo hará en lo que se
refiere a un entorno familiar único del personaje
(mientras que en la gran en la gran mayoría de
los cuadros de la serie, Juanito aparece representado
solo, según las diferentes versiones se nos cuenta
que Juanito es hijo de una madre soltera (9) y han venido
los dos solos desde la provincia de Santa Fe, se menciona
a una abuela, vemos a Juanito cuidando de diferentes
hermanos, etc.) Las versiones aparecen contrapuestas
si bien, en todas ellas, predominan la ausencia de figuras
parentales y el abandono.
Respecto de las discontinuidades en la temporalidad
del personaje, uno de los cuadros de la serie evidencia
particularmente este "retombée" o causalidad
anacrónica, en donde la consecuencia, inclusive,
puede preceder a la causa. Recordemos que la noción
de "retombée" es citada por Severo
Sarduy como un fenómeno barroco en el que, por
ejemplo, el eco precede a la voz y la historia se dispersa
al carecer de fechas.(Sarduy, 1987)
El cuadro en cuestión es Juanito lleva comida
a su padre, peón metalúrgico. Este cuadro
tiene la particularidad de ser la excepción a
la regla: es la única vez en que se hace una
mención a un padre de Juanito. Esta mención
se hace únicamente en el título de la
obra, ya que el padre no aparece representado en el
cuadro.
"Llevar la comida al padre" se constituye
como una marca de clase (el padre retenido en la fábrica,
en la construcción en la que trabaja, etc.).
Pero el hecho de ser Juanito quien alimente a este padre
ausente desplaza, además, el orden jerárquico
naturalizado padre-hijo para marcar la pérdida
de autoridad paterna. Se reformulan así los mitos
de origen y los relatos fundantes que marcan el vínculo
de una cultura con su creador (dios, padre, soberano,
caudillo). Se trata de una serie en la que predomina
una narrativa no edípica. No existe aquí
ni una narrativa de modelo edípico. Tampoco existirá
una narrativa de modelo cristológico:
1- Juanito no posee un relato originario del Paraíso
Perdido. No tiene lugar aquí un pasado concebido
como Edad Dorada, como paraíso del cuál
el hombre será expulsado. La infancia de Juanito
dista mucho de constituirse como paraíso primordial.
2- Juanito está fuera de la historia de la salvación.
No podrá esperar jamás un futuro salvífico
porque él vive en un presente constante, permanentemente
sumergido como está en el infierno de lo mismo:
el infierno de la Laguna.
Juanito aprende a leer
En su estudio sobre el proceso de individuación
de la niñez, Jacques Gélis (Gélis,
1991) señala que existen relaciones intrínsecas
entre el "descubrimiento de la infancia" como
una edad diferenciada del resto de las edades del ser
humano y la revolución educacional del sXVII.
El hecho de concebir a la infancia como un momento con
sus características propias, distinguido entre
otras cosas por ser un período de formación
y aprendizaje, lleva a teorizar sobre la manera en que
el adulto podría encauzar estas particularidades
hacia fines útiles para el resto de la comunidad.
"En el siglo XVII, los padres se convencen de que
sus hijos están siempre a merced de instintos
primarios que es preciso contener. Se debe someter sus
deseos al gobierno de la Razón. Llevar a un hijo
a la escuela es sustraerlo de la naturaleza", dirá
Gélis.
Según él, no hay contradicción
entre el cuidado del niño dentro de la familia
nuclear y su salida del hogar hacia una educación
pública porque los padres toman conciencia de
que la escuela funciona como un factor de socialización
y de que preceptores y maestros podrán formar
al niño integrándolo a la colectividad
e induciéndolo a adoptar los intereses y los
sistemas de representación de la misma.
En el cuadro Juanito Laguna aprende a leer vemos a Juanito
sentado en el piso. Junto a él, hay dos niños
más sentados igualmente en el piso. Los tres
tienen unos cuadernos abiertos sobre las rodillas. Una
niña permanece parada con un libro en la mano.
¿En qué lugar se encuentran? ¿se
trata de un adentro o un afuera? Sin duda, no es un
colegio. No hay aquí pupitres, ni escritorios,
ni tizas, ni pizarrones. Tampoco hay maestros. No aparecen
aquí rastros de ninguna dimensión institucional
que habilite esta enseñanza precaria, ilegal.
Estos niños deberán aprender por sí
mismos su propia escritura. Deberán construirse
una escritura propia para conjurar la falta de aquella
escritura fundante que no les ha sido inscripta. Juanito
aprende a leer porque será la palabra escrita
la que le permita acceder a un pasado, a una historia.
MANUEL Y SU LEGADO
Dada la posibilidad que posee la escritura de dirigirse
a personas en ausencia, la misma se convierte por antonomasia
en legado o testamento cultural. Desde la Ética
a Nicómaco pasando por el De Oficii de Cicerón,
numerosos son los libros que legan a los hijos normas
de disciplina y comportamiento.
En su Libro de Manuel, publicado por primera vez en
1973, Cortázar nos presenta a un grupo de exiliados
que van armando una especie de cuaderno, precisamente
el "libro de Manuel", con recortes de diarios,
noticias políticas, de la guerrilla, de la represión,
etc. Manuel, el bebé hijo de dos de los exiliados,
será quien reciba este libro cuando crezca.
"-No se ve porqué de golpe tanto fervor
compilatorio - comenta Lonstein.
-Yo diría que por Manuel, hermano.
-¿Y qué carajo tiene que hacer Manuel
a estas alturas?
-Todo, viejo. Parecería que estamos perdiendo
el tiempo con tanto papelito, pero algo me dice que
hay que guardáselos a Manuel."(Cortázar,
1995)
La escritura está relacionada igualmente con
el legado de una historia. Este es el legado que los
padres de Manuel se empeñan en dejar a su hijo.
Marcan con esta escritura una línea genealógica,
una herencia, una tradición que esperan que Manuel
continúe en un futuro.
Lo notorio es que, aun en un ejemplo de compulsión
por continuar un legado, en este escritor argentino
subyacerá igualmente el fantasma de la interrupción
genealógica. Los padres de Manuel, que ya de
por sí están exilados, morirán
o serán tomados prisioneros.
Es curiosa la inversión que realiza Cortázar
de este motivo del legado escrito al hijo. recordemos
que en Rayuela, la Maga escribe una carta para su hijo
Rocamadour. "Bebé Rocamadour, bebé,
bebé (…)yo tampoco querría que nadie
leyera una carta que es sólo para mí.
Un gran secreto entre los dos, Rocamadour".
Pero en este caso, la carta no está dirigida
a un niño que sobrevivirá a sus padres
sino que está escrita a un hijo que ya está
muerto.
JUANITO ARGENTINO
Existe un dicho que señala que los peruanos descienden
de los incas, los mexicanos descienden de los aztecas
o los mayas y los argentinos descienden del barco.
Desde nuestro mismo origen la orfandad pesa sobre nosotros.
Martínez Estrada señalaba en su Radiografía
de la Pampa (Martínez Estrada, 1933) a la ausencia
de padres como característica argentina. Desde
el padre conquistador o bien desconocido que ha violado
a la madre india o bien que ha abandonado a su mujer
india y a sus hijos para volver a su país de
origen hasta el padre indio que ha sido muerto por los
conquistadores pasando por el padre inmigrante, excluido
él mismo de su país de origen y que ha
cortado con su propia genealogía y, agregaríamos,
hasta toda una generación de desaparecidos que
nos han dejado igualmente huérfanos. Quien ha
nacido en esta tierra ha vivido en una continua sensación
de abandono, desprotección y desamparo. No existe
aquí una línea de filiación que
pueda estructurarnos como nación. Por ende, tampoco
una historia. La historia argentina no es una historia
sino muchas historias, al igual que Juanito no es uno
sino varios. Nuestra historia es una historia hecha
de pedazos indios, españoles, italianos, polacos,
ingleses que determinan que la nuestra sea una identidad
simbólicamente heterogénea. Al ser cercenado
el indio, al ser cercenado el inmigrante de su linaje,
al ser cercenado el exilado y el emigrante de su territorio,
esta dimensión simbólica se ha ido constituyendo
a los golpes, siempre ajena e incluso, muchas veces,
impuesta por la fuerza: imposición de otra lengua,
de otros dioses, de otros tabúes sociales, de
otro modo de vida.
Como en el internado de Polín, en Crónica
de un niño sólo, vivimos la extrañeza
de un orden simbólico (encarnado allí
por celadores, policías, etc.) que nos ha sido
impuesto de facto. En tanto país marginado de
un orden que es siempre de otros, lo simbólico
se constituye con símbolos ajenos.
Los argentinos descendemos del barco y en ese sentido,
tenemos nuestro propio mito fundante: la deriva, el
nomadismo.
La deriva que igualmente es tradición argentina
en la paradigmática figura del gaucho, señalado
igualmente por Martínez Estrada como ser sin
responsabilidad y sin genealogía, ser antisocial,
carente tanto de hábitos de regularidad y de
orden, como carente de proyectos. Carlos Octavio Bunge,
por su parte ya señalaba, a comienzos del siglo
XX, que "la palabra "gaucho" parece derivar
del quichua "guacho", término que tiene
el significado un tanto denigrativo de huérfano,
abandonado, desamparado, errante." (Bunge, 1903)
Decía, además: "El gaucho viene a
ser una especie de huérfano de la civilización.
Abandonado de sí mismo, desconociendo al propiedad
de la tierra en tanto la pampa era de todos, a penas
si conocía el derecho penal y el derecho hereditario."
Para Bunge, el gaucho representaba un paradigma de la
vagabundez y desorden.
Más allá de la tradición de deriva
gauchesca señalada por estos autores, la noción
de deriva funciona en nuestro país igualmente
como una tradición en exilados e emigrantes,
pero también en la fuga de cerebros, de capitales.
Dicha desterritorialización ha convertido a la
Argentina en un no lugar. Un no lugar de disolución,
de pedazos en fuga, sitio de desalojo y desmantelamiento.
Un no lugar sin Ley, sin deberes ni obligaciones, una
gran laguna de memoria en donde prima eternamente lo
innombrable.
"A Juanito lo veo como arquetipo de una realidad
argentina y latinoamericana", decía Berni
refiriéndose a su personaje. (Berni, 1999) Juanito
nos es presentado por el artista en su marginalidad
e itinerancia; en su antigenealogía y ahistoria.
La figura de este niño nos muestra las marcas
de un quiebre de códigos tanto de las relaciones
familiares del triángulo padre-madre-hijo como
de las del triángulo Estado-familia-individuo.
El delirio de Juanito, para parafrasear a Deleuze y
Guattari, no es sólo del inconsciente sino que
se trata de un delirio político y social.
En su deriva, en su falta de lugar dentro del sistema,
Juanito se convierte él mismo en un representante
del pensamiento nómade, en figura de resistencia
frente a las nociones de centro y jerarquía y
frente al intento de dominio totalizador del Estado.
BELÉN GACHE.
NOTAS
(1) La noción de pensamiento nómade será
planteada en Deleuze y Guattari, Mil Mesetas (op.cit),
especialmente en el capítulo "Tratado de
nomadología: la máquina de guerra".
Deleuze, por su parte, ya había hecho referencia
a esta idea en un artículo sobre Nietzsche de
1973, "La pensée nomade" (Gilles Deleuze,
"La pensée nomade", en L'ile déserte
et autres textes, testes et entretiens, Paris, Minuit,
2002).
(2) Recordemos que, en esta etapa, la obra de Berni
se caracterizaba por sintetizar un arte de contenido
social y una estética ligada al neodadá
(o a un pop al estilo Rauschemberg), principalmente
en lo que se refiere al uso de procedimientos como el
collage y el assemblage, tal como lo señala Aldo
Pellegrini (Pellegrini, 1967).
(3) "A Juanito y a Ramona los hice en collage,
con materiales de rezago porque era el entorno en que
ellos vivían", decía Berni (Berni,
1999) Berni desarrolla en esta época la serie
de Juanito junto a la de Ramona Montiel.
(4) En 1878 se sanciona una ley en Inglaterra que prohíbe
el trabajo de los menores de 10 años y limita
el de los menores entre 10 y 14 años a media
jornada laboral.
(5) Marina Bethenfalvay (Bethenfalvay, 1979) analiza
el caso de la literatura francesa del sXIX. Por mencionar
sólo algunos ejemplos: Jack, de Daudet, La Joie
de vivre, de Zolá, Le Roman d'un enfant, de Pierre
Loti, etc.
(6)La ascendencia italiana de Berni presupone su conocimiento
de estos textos.
(7) La noción de "no lugares" fue planteada
principalmente por Marc Auge en su libro Los "no
lugares". Espacios del anonimato, una antropología
de la sobremodernidad, Barcelona, Gedisa, 1993.
(8) Lacan describe a la esquizofrenia como ruptura de
la cadena significante, es decir, como quiebre de la
serie de significantes que contiene un significado.
El sentido nace de la relación que liga un significante
con otro significante. Al quebrarse el vínculo
que une la cadena significante, se produce la esquizofrenia
y los significantes se presentan sin relación
entre sí. (Lacan, 1988).
(9) Recordemos que el 10 de agosto de 1976, aparece
en La Opinión Cultural un texto de Berni, "El
viaje". En él, narra el viaje que un niño
de 12 años llamado Juanito realiza junto a su
madre. Viaja en tren hasta Buenos Aires desde la Laguna
de Coronda, en Santa Fe. En Buenos Aires, pararán
en Villa Tachito, una villa miseria en donde una amiga
de la madre de Juanito, procedente de Santiago del Estero,
ha construido una precaria casilla.
En Buenos Aires, Juanito pasa todo el día sólo
dado que las dos mujeres salen muy temprano a hacer
changas de limpieza y no regresan hasta la noche. Juanito
se dedica a recorrer el barrio e incluso llega a veces
hasta Dock Sud o el Balneario de Quilmes.
BIBLIOGRAFÍA
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familiar en el Antiguo Régimen, Madrid, Taurus.
Berni, Antonio (1984): Obras pictórica 1922-1981,
Buenos Aires, catálogo del Museo Nacional de
Bellas Artes.
Berni, Antonio (1999): Escritos y papeles privados,
Buenos Aires, Temas.
Bethenfalvay, Marina (1979) Les visages de l'enfant
dans la littérature française du XIX siècle,
esquisse d'une typologie, París, Droz.
Bunge, Carlos Octavio (1903): Nuestra América,
Barcelona, Imprenta de Henrich y Cía. Editora
Cortázar, Julio (1995): El libro de Manuel, Buenos
Aires, Alfaguara.
Deleuze, Gilles y Guattari, Felix (1985): El Antiedipo,
Capitalismo y esquizofrenia, Barcelona, Paidós.
Deleuze, Gilles y Guattari, Felix (1994): Mil Mesetas,
Capitalismo y esquizofrenia, Valencia, Pre-textos.
Esses, Marcelo (1995): “Un dispositivo de trabajo
con menores de la calle”, ponencia presentada
en la Reunión Lacanoamericana de Psicoanálisis,
Buenos Aires.
Gélis, Jacques (1991): "La individuación
del niño", en Philippe Ariès y George
Duby, Historia de la vida privada, Madrid, Taurus.
Lacan, Jacques (1988):"La instancia de la letra
en el inconciente o la razón desde Freud",
en Escritos I, Buenos Aires, Paidós.
Martínez Estrada, Ezequiel (1933): Radiografía
de la Pampa, Buenos Aires, Babel.
Nietszche, Federico (1976): Así hablaba Zaratustra,
Buenos Aires, Siglo Veinte.
Pellegrini, Aldo (1967): Panorama de la pintura argentina,
Buenos Aires, Paidós.
Sarduy, Severo (1987): Ensayos generales sobre el barroco,
México, Fondo de Cultura Económica.
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