Belén Gache

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   La memoria y el destino

 

Catálogo para la muestra de Gerardo Suter, Centro Cultural de España, México DF, junio de 2004

 

 


MEMORIA Y PALIMPSESTO
En el Tecteto, Platón compara el alma humana con una tabla encerada en la cual se van grabando los acontecimientos. Freud, por su parte, la comparará con los wunderblocks, Según él, estos “blocks mágicos” son máquinas escriturarias que semejan la forma de funcionar del sistema psíquico en la captación y el procesamiento de las impresiones externas, en tanto que repiten la permanencia de la huella y la virginidad de la sustancia que la acoge. Los “blocks mágicos” se identifican con el dispositivo mismo de la memoria humana. La memoria es una suerte de pizarra donde las palabras se inscriben y se borran, pero van dejando tras de sí el residuo de una historia que permanece como huella, como palimpsesto.
Memoria y destino aparecen como inscripciones del tiempo en el cuerpo. Esta idea, por ejemplo, es la que subyace en la antigua práctica de la quiromancia: un pasado, un presente y un futuro escritos en la palma de la mano. La palma de la mano actúa en este caso como una página en blanco en donde el tiempo inscribe sus trazos y sobre la cual va conformando su mapa.
Pero de la misma forma en que todo mapa, al establecer sus coordenadas, pone en juego una dialéctica entre orientación y desorientación, la memoria se va conformando a partir de la dialéctica inscripción-borramiento.
El antropólogo Marc Augé pone de relieve tanto la existencia del trabajo del olvido en la memoria como su presencia en el recuerdo. Memoria y olvido guardarían en cierta forma, según él, la misma relación que guardan vida y muerte, las cuales se definen la una en relación con la otra. Recordar y olvidar son, para Augé, trabajos semejantes a la labor del jardinero, que poda y selecciona, que en algunos casos cultiva y en otros arranca.

DE LA MEMORIA INTEGRAL A LA MEMORIA VIRGEN
El personaje de Borges, Funes el memorioso, era un hombre que, debido a un accidente sufrido, había perdido por completo de la facultad de olvidar. Él “no solo recordaba cada hoja de cada árbol de cada monte, sino cada una de las que había percibido o imaginado”. Funes se arrogaba el tener por sí mismo más recuerdos de los que habrían tenido todos los hombres desde que el mundo es mundo.
Frente a este ejemplo extremo de memoria integral, podríamos contraponer una memoria virgen, blanca, un olvido absoluto, una memoria que, lejos de decir “no me acuerdo” dijera, en cambio “esto no ha sucedido jamás”. Esta memoria carecería de trazos. Se constituiría como una hoja continuamente en blanco, siempre lista para ser recorrida por las posibles trayectorias de una historia.

LA VIDA Y LAS PALABRAS
“Mi memoria está formada principalmente por libros. De hecho, a penas si recuerdo mi vida”, decía Borges. Sostenía igualmente que, en esta identificación entre las dimensiones reales y literarias de su existencia, consideraba haber viajado a la China a partir de su lectura del Tao Te Ching así como también haber viajado a la India, a partir de su lectura de Kipling. Citando a Emerson, Borges consideraba que la vida misma podía ser entendida como una larga cita. Pero, ¿realmente se puede establecer un estatuto diferente para la vida y las palabras?
La memoria, entonces, es una suerte de pizarra donde las palabras se inscriben y se borran dejando su huella o palimpsesto. Pero la noción de huella mnémica, lejos de ejercerse sobre los acontecimientos, afecta sobre todo a las conexiones narrativas entre los diferentes recuerdos de los mismos. Las cadenas de significación devienen, en cada caso, flexibles. El recuerdo se convierte en un incesante movimiento de pasaje que va del presente hacia tiempos necesariamente ficcionales. Esto se debe a que es el deseo el que hace suyas las estrategias de la memoria.
La autenticidad de una supuesta vida real se vuelve cada vez más problemática y la identidad se presenta como un conjunto de potenciales y múltiples elecciones. Los acontecimientos se conectan reversibles y probables, se bifurcan y fluctúan dando lugar a diferentes vidas y a diferentes narraciones.

Las huellas indelebles en el cuerpo, la página en blanco como espacio esencialmente potencial, la aleatoreidad de los trayectos, el estatuto de la memoria son algunas de las temáticas abordadas en esta exhibición por Gerardo Suter. Los cuerpos se ven atravesados por marcas pasadas y futuras, por lo vivido y por los pro-yectos al futuro. También por el recuerdo y por el olvido.