Lunas eléctricas para las noches sin luna
Novela
Editorial Sudamericana, Narrativas
200 4
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El título informa acerca de la materia
engañosa que el lector encontrará. Una voz inocente
y nueva describe -revela- la Buenos Aires del novecientos.
Anuda ficciones, acumula chismes e intrigas, escenas de la
vida cotidiana. El marco de referencia social se establece
sin esfuerzo, por el tono, por los datos reales, por algún
personaje que parece subalterno -el gato Menguante, por ejemplo-
y que, sin embargo, una vez extendida la trama, adquiere su
justa significación.
Estamos, pues, leyendo una novela "histórica",
pero algo no encaja: no hay estereotipos, amoríos de
personajes serios, chismes infamantes sobre el origen de un
linaje o una alcurnia determinados. No, la luna francesa de
Laforgue y la ciudad afrancesada por la mirada de damas y
caballeros que la recorren, es un desierto, oculta caravanas
de signos y símbolos. Tras la apariencia tranquilizadoramente
"histórica", mejor dicho "epocal",
la autora , pone en escena otra historia, otra conspiración,
que el lector leerá anhelante, guiado por la misteriosa
voz. Sí, tras el maquillaje de amenidad, la novela
muestra su forma verdadera: un universo plástico observado
desde una perspectiva rigurosa nos pone ante los ojos otra
ciudad, deformada gracias a las estéticas vigentes
-a las urgencias extremas de vanguardias errantes-, y Lunas
eléctricas para las noches sin luna adquiere
así el tamaño de la obsesión que la alienta
y la contiene. En esta tercera novela sigilosa y llena de
indicios se traza toda una cartografía de la ciudad
nocturna.
[ ver
reseña de Sergio Olguín para Radar Libros, Página
12 ]
[ ver texto de Luís Carlos Ayarza presentado en el XVI Coloquio sobre literaturas hispanas y luso-brasileñas, Austin, Texas, marzo de 2007 ]
[ leer libro en GooleBooks ]
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