Belén Gache

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 Los códigos gráficos de Rayuela, de Julio Cortázar

 

IV Congreso Internacional de la Federación Latinoamericana de Semiótica
La Coruña, España, Septiembre de 1999

 

INTRODUCCIÓN

 

La espacialización del tiempo

 “Habitamos lo sincrónico en lugar de lo diacrónico, y creo que se puede argumentar, al menos empíricamente, que nuestra vida diaria, nuestra experiencia psíquica, nuestros lenguajes culturales, están hoy por hoy dominados por categorías de espacio y no por categorías de tiempo, como lo estuvieron en el período precedente del auge de la modernidad”, dirá Fredric Jameson. Junto con Jameson, muchos teóricos han señalado de qué manera en el siglo XX asistimos al debilitamiento de la estructura narrativa o temporal en favor de un ordenamiento estético basado en la sincronicidad y la forma espacial. Desde los montajes de Eisenstein a los collages dadás, se impone una concepción sincrónica y simultánea de las producciones artísticas.

En la narrativa, los acontecimientos se ordenarán no ya a partir de un diagrama lineal, unidireccional, causal, sino en una superficie continua y abierta en la que se yuxtaponen diferentes experiencias, tanto pasadas y presentes como intero y exteroceptivas.

Mientras que el tiempo actúa como elemento constrictivo que solo permite moverse en una dirección, el espacio se presenta, por el contrario, libre y pululante de posibilidades, traspasado por desviaciones e intersecciones. En el siglo XX, la espacialización parece traer aparejada la noción de movimiento e incluso, la de deriva -con sus antecedentes en Poe y Baudelaire, desde Benjamin y Walser hasta Cortázar. La deriva, a su vez, remitirá necesariamente a los fenómenos de desterritorialización y reterritorialización.

 

Los mandalas de Cortázar

En el capítulo 82 de Rayuela, Cortázar nos dice: "Escribir es dibujar mi mandala y a la vez recorrerlo." De hecho, él mismo reconoce que Rayuela debió haberse llamado Mandala. (1)

"Cuando pensé en este libro, estaba obsesionado con la idea del mandala, en parte porque había estado leyendo muchas obras de antropología y de religión tibetana. Además había visitado la India donde pude ver cantidad de mandalas indios y japoneses.". En su viaje a oriente, Cortázar se había puesto en contacto con "esos laberintos místicos consistentes en un cuadro o dibujo dividido en sectores, compartimentos o casillas, como la rayuela, en el que se concentra la atención y gracias al cual se facilita el cumplimiento de una serie de etapas espirituales. Es como la fijación gráfica de un proceso espiritual", dirá el escritor.

Gran parte de la obra de Cortázar adquiere formas narrativas espaciales. Tal es el caso de las novelas collage -62, Modelo para armar, El libro de Manuel- o los "textos-caleidoscopio" -La vuelta al día en ochenta mundos, Ultimo Round. A este mismo espíritu de simultaneidad  y fragmentación responderá la reiterada incorporación de imágenes -dibujos, fotografías- en sus libros. En Rayuela, esa espacialización será igualmente explícita.

 

LOS CÓDIGOS GRÁFICOS DE RAYUELA

 

Un primer recorrido por el texto de Rayuela nos permite determinar la existencia de dos tipos de grafías: las fijas y las dinámicas. Al primer tipo corresponderán los tableros -rayuelas, alfombras- y los marcos -cuadros, fotografías, espejos, mirillas-,

Al segundo tipo, por su parte, corresponderán las figuras y los nudos.

 

CÓDIGOS GRÁFICOS FIJOS

Algunos de los tópicos principales en la obra de Cortázar son los de la itinerancia, la deriva, el desarraigo. Los personajes deambulan de un lugar a otro sin rumbos fijos, en un eterno juego de encuentros y desencuentros, desde Rayuela hasta "Autopista del sur" hasta Los Autonautas en la cosmopista, etc., etc. Estos tópicos se presentarán de diferentes maneras: en el tránsito a través de diferentes espacios -cuerpos errantes, viajeros, transeúntes, flaneurs- pero también en el tránsito por diferentes espacio-tiempos, como en el caso de "El otro cielo" y en las referencias a mediums, fantasmas, etc.-, en motivos tales como el de la expansión o distanciamiento del propio cuerpo -manos que crecen, cuerpo propio como extraño, etc.- e, inclusive, en los motivos de la traducción o transposición o pasaje de un nivel de ficción al otro -desde "Continuidad de los parques hasta El libro de Manuel. El sujeto de la enunciación se presenta así en una continua multiplicidad itinerante y disolutiva

Siempre teniendo en cuenta que, en Cortázar, las diferentes cartografías son recorridas como manera de cuestionarse sobre uno mismo eligiendo, la mayor parte de las veces, el modelo de Ulises por sobre el de Edipo.

Los críticos de Cortázar han coincidido en el lugar relevante que tiene la noción de juego en los textos de este autor. El mismo Cortázar se referirá al juego en estos términos: "un juego bien mirado, ¿no es un proceso que parte de una descolocación para llegar a una colocación, a un emplazamiento-gol, jaque mate, piedra libre? ¿No es el cumplimiento de una ceremonia que marcha hacia la fijación final que la corona?" (2)

El juego implica siempre un tránsito de elementos. Implica movimientos de descolocación y recolocación. Analizaremos aquí las numerosas referencias a tableros en Rayuela, teniendo en cuenta que un tablero es, en su forma básica, un mandala cuadrado que simboliza a Shiva, el dios de las transformaciones.

 

-el tablero como campo de batalla:

El tablero remite a la noción de juego. Es el lugar donde las piezas se desplazan y fuera del cual ni tendría sentido ni podría concebirse su desplazamiento. Un tablero consiste en un  pattern de formas geométricas -cuadrados, losanges, etc. Su simbología lo concibe como figura del mundo visible, atravesado por espacios de luz y sombra representados por los casilleros blancos y negros. La superficie del tablero refiere a la superficie de la tierra o del cielo. Burkhardt, por ejemplo, se refería al tablero como a un campo de batalla de las fuerzas cósmicas. Sobre la superficie del tablero se dará, cada vez que un juego comience, una diferente combinación del azar, de las posibilidades, se dramatizará allí el esfuerzo por dominar lo irracional del destino sojuzgándolo en una estructura dada previamente por las reglas del juego.

 

-instrucciones de uso (las reglas del juego):

Rayuela comienza con unas "Instrucciones para leer Rayuela".

En la primera página, nos encontramos con un "TABLERO DE DIRECCION". Se nos indica que, "en caso de confusión u olvido, bastará consultar la siguiente lista". A continuación se enumeran los capítulos que siguen otro orden que el sucesivo.

La idea de "instrucciones de uso" para aproximarse al texto de Rayuela estará presente también en La vuelta al día en ochenta mundos. Allí se hace referencia a "una máquina para leer mecánicamente Rayuela, inventada por un miembro del Instituto de Altos Estudios Patafísicos de Buenos Aires y consistente en serie de diagramas, proyectos y diseños del Rayuel-o-matic."

 

-la rayuela:

El juego de la rayuela consiste en una serie de casilleros dibujados tradicionalmente con tiza sobre la vereda. La rayuela es, en esencia, un juego callejero. Los casilleros están numerados y constituyen un tránsito desde la Tierra hasta el Cielo. El jugador salta en uno o dos pies, intentando llegar al casillero demarcado con anterioridad, al haber arrojado una piedrita sobre los casilleros. Si la piedra se sale del tablero, el jugador pierde.

En el capítulo 36, el narrador vuelve a establecer reglas del juego:

"La rayuela se juega con una piedrita que hay que empujar con la punta del zapato. Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato, y un bello dibujo con tiza, preferentemente de colores. En lo alto está el Cielo, abajo está la Tierra, es muy difícil llegar con la piedrita al Cielo, casi siempre se calcula mal y la piedra se sale del dibujo. Poco a poco, sin embargo, se va adquiriendo la habilidad necesaria para salvar las diferentes casillas (rayuela caracol, rayuela rectangular, rayuela de fantasía, poco usada)."

En el capítulo 54, cuyo escenario es el manicomio del cual se hacen cargo Talita y Traveler, relatará cómo los internados pasan su tiempo jugando a la rayuela:

"El 8 jugaba casi toda la tarde a la rayuela, era imbatible, el 4 y la 19 hubieran querido arrebatarle el Cielo pero era inútil, el pie del 8 era un arma de precisión, un tiro por cuadro, el tejo se situaba siempre en la posición más favorable, era extraordinario."

Y en el capítulo 113:

"Una rayuela en la acera; tiza roja, tiza verde. CIEL. La vereda, allá en Burzaco, la piedrita tan amorosamente elegida, el breve empujón con la punta del zapato, despacio, despacio, aunque el cielo esté cerca, toda la vida por delante."

Al igual que los locos, los personajes saltan de un capítulo al otro de sus vidas, proveniente "de este lado, del otro, de otros lados". También lo hará el lector a medida que se interna en la lectura del texto.

 

-el ajedrez:

El juego del ajedrez, como se encargan de analizar Deleuze y Guattari (3) se caracteriza porque sus piezas son jerárquicas, es decir, cada una de ellas es como un sujeto del enunciado, dotado de un poder relativo -contrariamente, por ejemplo, a lo que pasa en el juego del go, donde todas las fichas comparten el mismo estatuto.

En Rayuela se alude repetidas veces al ajedrez. En el capítulo primero, por ejemplo, Oliveira se referirá a "un mundo donde te movías como un caballo de ajedrez que se moviera como una torre que se moviera como un alfil."

Y en el capítulo 18 se aludirá a la pureza de la siguiente forma:

"vuela un alfil, vuelan las torres, salta el caballo, caen los peones, y en el medio del tablero, inmensos como leones de antracita, los reyes quedan flanqueados por lo más limpio y final y puro del ejército."

El ajedrez, señalan Deleuze y Guattari, es un juego de corte. Constituye una guerra institucionalizada y regulada, con frentes y retaguardias. El ajedrez codifica el espacio. Lo territorializa y lo desterritorializa. Sin embargo, Morelli le contará a Oliveira acerca de un ajedrez indio con sesenta piezas de cada lado:

"Gana el que conquista el centro -le explica Morelli a Oliveira-, pero el centro podría estar en una casilla lateral, o fuera del tablero." (4)

Con estas referencias, Cortázar no hace otra cosa que relativizar los lugares de los sujetos de la enunciación.

 

-las alfombras:

La alfombra se ve convertida aquí en una especie de código gráfico que comparte características tanto del tablero como del marco.

Conocida es la tradicional presencia de alfombras mágicas en la literatura oriental. En Oriente, las alfombras, lejos de constituirse como una simple pieza de mobiliario poseen, en cambio, una naturaleza sagrada. Son objetos que remiten a una vida familiar y tribal. Así, los diferentes motivos de las mismas -tanto en sus formas como en sus colores- se relacionan con determinadas simbologías o particulares sistemas de creencias. Muchos de estos motivos guardan incluso reminiscencias de supuestos poderes mágicos, como los losanges, octógonos y triángulos.

La alfombra se caracteriza por delimitar un espacio. Quien permanece sobre ella permanece en un espacio diferenciado del resto. La alfombra funciona como lugar.

Así, existen por ejemplo las alfombras de rezo. Al ubicarse sobre ellas, es como si el creyente de alguna manera estuviera en un templo, por más que este se halle a kilómetros de distancia del mismo. De allí la idea de transporte: las alfombras mágicas transportan a sus dueños a través de los aires. De hecho, podría entenderse a la alfombra como un casillero dentro del tablero. En ocasiones, en cambio, la alfombra puede igualmente hacer las veces del tablero mismo.

Las alfombras muchas veces poseen motivos de flores, árboles, pájaros, remitiendo así a la idea de jardín, inseparable de la de edén o Paraíso.

En Rayuela, Gregorovius cuenta la siguiente anécdota: cuando era chico, las niñeras lo dejaban en un enorme salón cubierto con alfombras mientras se iban a hacer el amor con los ulanos. Él recordaba en particular una de las alfombras que "representaba el plano de la ciudad de Ofir según ha llegado al occidente por vías de la fábula. De rodillas yo empujaba una pelota amarilla con la nariz o con las manos siguiendo el curso del río Shan-Ten, atravesaba las murallas guardadas por los guerreros negros armados de lanzas y después de muchísimos peligros y de darme con la cabeza en las patas de la mesa de caoba que ocupaba el centro de la alfombra, llegaba a los aposentos del reino de Saba y me quedaba dormido como una oruga sobre la representación de un triclinio". 

Ofir, ciudad a donde Salomón mandaba a buscar su oro, aparece representada en esta alfombra de la anécdota como un tablero, un juego de oca tamaño natural en el que el mismo Gregorovius niño es una ficha.

En Rayuela, París mismo funciona como un tablero sobre el cual los personajes se desplazan.

Los dibujos en la alfombra también parecen tener en Cortázar una cualidad diseminativa:

"Sabés, todo está tan en el aire. Cualquier cosa que te dijera sería como un pedazo del dibujo de la alfombra." (5)

 

-los marcos (cuadros, espejos, mirillas):

El marco es, ante todo, un borde que aísla perceptivamente a un objeto de su entorno. Al igual que la alfombra, el marco determina de alguna manera un mundo aparte: el de dentro y el de fuera del marco. El marco funciona como ventana, como apertura que da acceso a un mundo imaginario.

En Rayuela hay numerosas referencias a diferentes pinturas de la historia del arte: desde el Maestro de Flemalle, Rembrandt, Van Eyck, Rafael, Perugino, Andrea del Sarto, Masaccio pasando por las vanguardias con Malevich, Picasso, Klee, Miró, Mondrian hasta Pollock.

Pero también hay referencias a otros tipos de marco:

 

-el retrato envenenado:

en el capítulo 29, Gregorovius cuenta: "¿Conocés el sistema del retrato envenenado? Se mezcla el veneno con los colores y se espera la luna favorable para pintar el retrato. Adgalle lo inventó con su padre pero, por algún motivo, hubo interferencias. El viejo murió tres años después. Estaba solo en el castillo y cuando empezó a asfixiarse quiso intentar una traqueotomía  delante del espejo, clavarse un canuto de ganso o algo así. Lo encontraron al pie de la escalera…"

 

-el sueño de la exposición:

en el capítulo 45: "Sueños de Talita: la llevan a una exposición de pinturas en un inmenso palacio en ruinas y los cuadros colgaban de alturas vertiginosas, como si alguien hubiera convertido en museo las prisiones de Piranessi. Para llegar a los cuadros había que trepar por arcos, avanzar por galerías, subir por escaleras de caracol para finalmente ver, siempre mal, siempre desde abajo o de costado, los cuadros en los que la misma mancha blanquecina, el mismo coagulo de tapioca o de leche se repetía al infinito."

En este ejemplo, Cortázar realiza una especie de estructura especular en donde el museo se encuentra dentro del cuadro. El cuadro pasa a ser el museo mientras que las pinturas, por su parte, no pueden verse.

 

-las cartas de Tarot:

"Hacía mucho que Gregorovius había renunciado a la ilusión de entender, pero de todos modos le gustaba que los malentendidos guardaran un cierto orden,una razón. Por más que se barajaran las cartas del tarot, tenderlas era siempre una operación consecutiva, que se lleva a cabo en el rectángulo de la mesa o sobre el acolchado de una cama." (6)

Cada carta constituye un marco dentro del cual puede leerse el destino.

Así mismo, en la novela se rastrean numerosas referencias a juegos de naipes (escoba del 15, poker, etc.).

La asociación de los naipes con la noción de combinatoria simultánea o collage es inevitable.

 

-las tizas en la vereda:

en el capítulo 64, se refiere a dos muchachos rubios y una chica indochina que hacen dibujos en la vereda con tizas. La gente arroja monedas en la caja de tizas mientras ellos hacen figuras -un Napoleón de perfil, una reproducción de la catedral de Chartres, una yegua con su potrillo en un campo verde- que las barredoras municipales borrarán al amanecer. Homenaje a lo efímero.

Aquí, la relación del dibujo con tizas en la vereda no puede dejar de relacionarse, por supuesto, con la misma rayuela.

 

-el espejo del rey:

en el capítulo 28 Ronald lee el Bardo, antiguo poema celta: "Mirá, a la hora del juicio del muerto, el Rey lo enfrenta con un espejo, pero ese espejo es el Karma. La suma de los actos del muerto, te das cuenta. Y el muerto ve reflejarse todas sus acciones, lo bueno y lo malo, pero el reflejo no corresponde a ninguna realidad sino que es la proyección de imágenes mentales… El Rey de los muertos mira el espejo, pero en realidad está mirando en tu memoria."

 

-las mirillas:

las mirillas constituyen marcos en miniatura. En el capítulo 54, Oliveira va y viene por el pasillo del loquero, controlando que las puertas de las habitaciones de los internos estén cerradas "Oliveira empezó a ir y venir por el pasillo, mirando de cuando en cuando por los ojos mágicos instalados gracias a la astucia de Ovejero, el administrador, y la casa Liber&Finkel, cada cuarto un diminuto Van Eyck".

 

Notemos que, en estos dos últimos ejemplos, está implícita la idea del "paso a través", aunque se trata en los dos casos de un "paso a través" que merece comentarios. En cuanto al espejo, este paso trae las inevitables connotaciones desde Alicia a través del espejo hasta Narciso. En cuanto a las mirillas, se trata del paso al otro lado por parte del voyeur.

 

-las fotos:

Para Cortázar, la fotografía juega un papel fundamental. No sólo incorporará imágenes fotográficas en sus textos sino que en sus ficciones se referirá numerosas veces a este dispositivo. Sin ir más lejos, recordamos aquí dos de sus cuentos clásicos, "Las babas diablo" y "Apocalipsis de Solentiname".

En Rayuela, leemos lo siguiente:

"En alguna parte Morelli procura justificar sus incoherencias narrativas sosteniendo que la vida de los otros, tal como nos llega en la llamada realidad, no es cine sino fotografía, es decir que no podemos aprehender la acción sino tan solo sus fragmentos eleáticamente recortados. (…) Al final queda un álbum de fotos, de instantes fijos, jamás el devenir realizándose ante nosotros." (7)

 

-el suplicio chino:

En el capítulo 14 de Rayuela encontramos una curiosidad. En él se refiere a unas imágenes del Leng Tché o suplicio de los Cien pedazos, mismas imágenes a las que hará alusión George Bataille en su famoso Las lágrimas de Eros.

El capítulo 14 describe con minuciosidad una serie de fotografías en las que reconocemos inmediatamente al suplicio chino si bien estas se disfrazan tras una cierta distancia ficcional: en las fotos de Cortázar aparece, por ejemplo, una mujer y las mismas fueron tomadas por un etnólogo norteamericano o danés con una Kodak del año 20. Dichas fotografías son transportadas por Wong en su billetera de cuero y, a pesar de las insistencias de Ronald, Babs y Oliveira, es reticente a mostrarlas por miedo a que no se comprendan. Según él, para ver esas imágenes hacen falta explicaciones, hace falta una iniciación.

Vemos aparecer aquí la idea del desgarramiento, de la ruptura violenta junto al tema de una búsqueda sagrada. Cortázar alude en este capítulo al carácter disolvente que reviste su propia obra. Su escritura se despliega en una disolución constante buscando la discontinuidad y la atemporalidad, buscando la evanescencia del sujeto a partir de la segmentación escrituraria.

La idea de fragmentación es otra idea que aparecerá a lo largo de la totalidad de la obra de Cortázar. Baste recordar aquí 62, Modelo para armar. También se relacionarían con esto las numerosas referencias en Rayuela a puzzles y caleidoscopios.

En el capítulo 28:

"(La Maga) Había entendido bastante,algunas piezas de puzzle se iban poniendo en su sitio aunque nunca sería como la perfección del caleidoscopio donde cada cristal, cada ramita, cada grano de arena se ponían perfectos, simétricos."

En el capítulo 36:

"Todo llegaba tan bien, todo llegaba a su hora, la rayuela y el caleidoscopio".

Notemos aquí,por supuesto, que el caleidoscopio comparte con la mirilla su cualidad de objeto para el voyeur: "LOOK THROUGH THE PEEPHOLE AND YOU'LL SEE PATTERNS PRETTY AS CAN BE", dirá el pederastra mirando por el agujero, sonriendo y haciendo muecas. (8)

 

 

CODIGOS GRÁFICOS DINÁMICOS:

-las figuras:

"A parte de nuestros destinos individuales somos parte de figuras que desconocemos", asevera Cortázar. (9)

Aparentemente, la noción de figura rondó la mente de Cortázar desde su infancia. La misma remite a la serie de constelaciones en las que el hombre permanece inmerso.

De esta noción resulta "una manera totalmente nueva de concebir los destinos humanos. Estos no están sólo determinados por la relación de individuo a individuo, sino superdeterminados, de algún modo, por su pertenencia a esa constelación de la que forman parte sin saberlo", dirá Alain Sicard. (10)

La noción de figura se relaciona con la recurrente mención en su obra de los movimientos brownideos. En Último Round, por ejemplo describirá el particular vuelo de una mosca:"la mosca despegaba de espaldas y revoloteaba en compañía de las otras dos formando esos dibujos insensatos que Pauwels y Bergier se obstinan en llamar brownianos." (11)

Y en Rayuela:

"dibujamos con nuestros movimientos una figura idéntica a la que dibujan las moscas cuando vuelan en una pieza, de aquí para allá, bruscamente dan media vuelta, de allá para aquí, eso es lo que se llama movimiento brownideo (…) con todo eso se va tejiendo una figura, algo inexistente como vos y como yo, como los dos puntos perdidos en París que van de aquí para allá, de allá para aquí, haciendo su dibujo, danzando para nadie, ni siquiera para ellos mismos, una interminable figura sin sentido."

En Rayuela, por ejemplo, novela de la deriva espacial por antonomasia, los personajes se debaten, por permanecer en sus propios lugares o abandonarlos.

La figura, en Cortázar, remite a una serie de trayectos, ya  se trate de recorridos de lectura -recordar las instrucciones para leer Rayuela-, o de los itinerarios de los personajes.

Los personajes de Rayuela se desplazan sobre el mapa de París dando lugar a encuentros y desencuentros.

En la rue des Lombards, al comienzo del libro, una adivina lee las líneas de la mano de Oliveira -otro tablero cruzado por las figuras del destino- y le anuncia viajes.

"Así habían empezado a andar por un París fabuloso, dejándose llevar por los signos de la noche, acatando itinerarios nacidos de una frase de clochard, de una bohardilla iluminada en el fondo de una calle negra, deteniéndose en las placitas confidenciales para besarse en los bancos o mirara las rayuelas, los ritos infantiles del guijarro y el salto sobre un pie para entrar en el Cielo." (12)

París se presenta como un tablero, al igual que pasará, por ejemplo, en "Manuscrito hallado en un bolsillo", donde el escenario es el subterráneo de París. Esta topología urbana subterránea será el tablero de este juego, un "esqueleto mondrianesco, en sus ramas rojas, azules, amarillas y negras, una vasta pero limitada superficie de subtendidos seudópodos."

En "Manuscrito hallado en un bolsillo", el protagonista juega su juego. Cada recorrido constituye una movida del mismo: "cada estación de metro era una trama diferente del futuro porque así lo había decidido el juego". Tanto en este cuento como en otros, al igual que en Rayuela, "París es un mandala que hay que recorrer sin dialéctica, un laberinto donde las fórmulas pragmáticas no sirven más que para perderse." (13)

 

-dibujos con el cigarrillo:

En el capítulo 45, Oliveira espera que Talita se desgaje del cuerpo de Traveler para asomarse a la ventana a mirarlo en la oscuridad. Oliveira espera fumando:

"Tal vez con lentos movimientos de la mano él dibujaría signos con la brasa del cigarrillo. Triángulos, circunferencias, instantáneos escudos de armas, símbolos del filtro fatal o de la difenilpropilamina, abreviaciones farmacéuticas que ella sabría interpretar, o solamente un vaivén luminoso de la boca al brazo del sillón, del brazo del sillón a la boca, de la boca al brazo del sillón, toda la noche."

La misma idea de recorrido, ahora fosforescente como la fosforescencia que tienen por la noche las líneas de la rayuela que a Oliveira le gusta mirar desde la ventana.

En el capítulo 56, Oliveira piensa en "armar, por ejemplo, un gigantesco dodecaedro transparente, tarea de muchas horas y mucha complicación, para después acercarle un fósforo y ver cómo una llamita de nada iba y venía"

La idea de figura geométrica se repetirá, por ejemplo en su libro Octaedro.

 

-el ovillo (la narración como hilo):

"Toqué el ovillo París, su materia infinita arrollándose a sí misma, una madeja de calles y árboles y nombres y meses."

 

-los nudos:

La noción de nudo se relaciona con la de laberinto. El nudo es aquel lugar de confluencia de caminos, es un lugar de enlace, pero también, en tanto encrucijada, es un lugar de elección. Los nudos marcan los descansos a través de los diferentes senderos recorridos a la deriva por el viajero.

 

-las listas:

En Cortázar, las listas determinarán los nudos en el laberinto de hilos. Cada elección de uno de los elementos de la lista, determina un futuro posible, una potencial trama diferente de futuro mientras que anula las otras opciones.

En Rayuela aparecen numerosas listas. Por empezar, tenemos el "tablero de dirección", en las "Instrucciones para leer Rayuela", donde se propone un particular orden para los capítulos.

También tenemos otras listas:

la lista de farmacias de Buenos Aires.

la lista de los cafés de París y de Buenos Aires.

la lista con las historias clínicas de los internados del manicomio.

la lista de Ceferino de las corporaciones nacionales que deben componer un país ejemplar.

la lista con anuncios de videntes y cartománticas.

 

-los almanaques:

los almanaques no dejan de referirse a esta misma idea de lista.

En el capítulo 101 hay una referencia al almanaque del PTT (Compañía de teléfonos francesa). En este almanaque se juntan la función de marco con la de lista, dado que allí se listan los días y los santos, al igual que las actividades de Pola.

"Alzando apenas la cabeza, Pola veía el almanaque del PTT, una vaca rosa en el campo verde con un fondo de montañas violetas bajo un cielo azul, jueves 1, viernes 2, sábado 3, domingo 4, lunes 5, martes 6; Saint-Mamert, Sainte-Solange, Saint-Achille, Saint-Servais, Saint-Boniface, lever 4h.12, coucher 19h.23, lever 4h.10, coucher 19h.24,lever coucher, lever coucher,levercoucher, coucher, coucher, coucher."

También se nos dirá que el mismo Morelli tiene "un lado compilador de almanaque literario (en algún momento llamará, incluso, "Almanaque" a la suma de su obra). (14)

Recordemos aquí que algunos libros de Cortázar son considerados por la crítica "libros almanaques", por ejemplo, La vuelta al día en ochenta mundos y Ultimo round.

 

 

CONCLUSIONES

 

El proceso de espacialización de la narrativa cortazariana remite a los fenómenos de inestabilidad, fragmentación, diseminación. A este mismo espíritu responderán los códigos gráficos rastreados en Rayuela.

En el capítulo 66, se nos cuenta que a Morelli "le gustaría dibujar ciertas ideas, pero es incapaz de hacerlo. Los diseños que aparecen al margen de sus notas son pésimos. Simplemente una repetición obsesiva de una espiral temblorosa con un ritmo semejante a las que adornan la stupa de Sanchi."

Nuevamente, encontramos un código gráfico -los espirales del túmulo funerario de Sanchi- que remite a la cultura hindú, al igual que los mandalas.

En este mismo capítulo se nos dirá que Morelli proyecta uno de los muchos finales de su libro inconcluso, "y deja una maqueta del mismo". Este posible final del libro consiste en una sola página que contiene, además, una sola frase: "En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay." La frase se repite a lo largo de toda la página sin puntos ni comas, dando la impresión de un muro de palabras, ilustrando el sentido de la frase, el choque contra una barrera detrás de la cual no hay nada.

"Pero hacia abajo a la derecha, en una de las frases falta la palabra "lo". Un ojo sensible descubre un hueco entre los ladrillos, la luz que pasa."

 Este capítulo 66 sintetiza a la perfección la unión caligramática a la que alude Cortázar. Las palabras -esas "perras negras", dirá en otro lado siguiendo otro código icónico-, no pueden desprenderse nunca del todo de sus orígenes figurativos. La página de Morelli dice -en tanto palabras- y representa -en tanto dibujo- a la vez, tautológicamente, la imposibilidad. Tanto en un caso como en el otro, "no se puede ir más allá". No existe un más allá de la página como no existe un más allá de las palabras. O tal vez, quizás…Una luz prácticamente imperceptible pasa por el hueco abierto por la ausencia de una palabra. Esta luz proviene del otro lado de ese otro tablero que es la página.

 

NOTAS

(1) En Luis Harss, Julio Cortázar o la cachetada metafísica, op.cit.
(2) En "Del sentimiento de no estar del todo", La vuelta al día en ochenta mundos, op.cit.
(3) Mil Mesetas, Capitalismo y esquizofrenia, op.cit.
(4) Rayuela, op.cit.,  p554.
(5) Rayuela, op.cit.,  p286.
(6) Rayuela, op.cit.,  p191.
(7) Rayuela, op.cit.,  p470.
(8) Rayuela, op.cit.,  p224.
(9) Luis Haars, "Julio Cortázar o la cachetada metafísica", op.cit.
(10) Alain Sicard, op.cit.
(11) Del cuento "Los testigos".
(12) Rayuela, op.cit.,  p33.
(13) Rayuela, op.cit.,  p429.
(14) Rayuela, op. cit.,  p376.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

Julio Cortázar, Rayuela, Madrid, Altaya, 1995.

Julio Cortázar., La vuelta al día en ochenta mundos, México, sigloXXI, 1968.

Julio Cortázar, Último round, México, siglo XXI, 1969.

Gilles Deleuze y Felix Guattari, Mil mesetas, Capitalismo y esquizofrenia, Valencia, Pre-textos, 1994.
Luis Haars, "Julio Cortázar o la cachetada metafísica", en Rayuela (ed.crit.), Buenos Aires, Archivos, 1994.
Alain Sicard, en Pedro Lastra (ed.), Cortázar, Madrid, Taurus, 1999.